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El manco de Lepanto episodio de la vida del príncipe de los ingenios, Miguel de Cervantes-Saavedra By: Manuel Fernández y González (1821-1888) |
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BIBLIOTECA UNIVERSAL ILUSTRADA EL MANCO DE LEPANTO EPISODIO DE LA VIDA DEL PRINCIPE DE LOS INGENIOS Miguel De Cervantes Saavedra POR D. M. FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ ADMINISTRACION Calle de las Hileras, número 14 1874 MADRID. 1874 Establecimiente Tipográfico de Muñoz y Reig Calle Cuesta de Ramón, núm. 8 ÍNDICE I. En que se trata de un percance que le sobrevino a un barbero de Sevilla por meterse a afeitar a oscuras. II. En que se trata de una música de enamorado, acabada no muy amorosamente a tajos y reveses. III. De como, sin esperarlo, hallose la hermosa viuda con aquel su amor que tan acongojada la tenía. IV. En que se sabe quién era el incógnito amante de doña Guiomar. V. En que doña Guiomar comienza a contar su historia a Miguel de Cervantes. VI. En que se contiene una carta de Cervantes para doña Guiomar, y se sabe a lo que Florela se aventuró por servir a su señora. VII. En que se suspende la historia para decir algo de Miguel de Cervantes. VIII. En que se relata una aventura que le salió al paso a Cervantes, cuando a las aventuras de sus amores iba. IX. De como lo que no podía amparar Cervantes, vino a ampararlo doña Guiomar. X. De como Cervantes encontró casa de la tía Zarandaja más de lo que había querido buscar. XI. En que doña Guiomar prosigue el relato de su historia. XII. De como se iban cruzando los amores y apercibiéndose a una ruda batalla los celos. XIII. En que se ve que doña Guiomar hubiera hecho muy bien en no contar tan presto su historia a Cervantes, y en no amparar a Margarita. XIV. De como hubiera hecho muy bien doña Guiomar en no acudir a la visita que le hizo el señor Ginés de Sepúlveda. XV. De como Cervantes oyó el fin de la historia de Margarita entre las cabilaciones que le causaba el no saber adónde le llevaría la historia de sus amores. XVI. En que se ve cuán dura tenía la Inquisición la mano, aun para sus familiares, y cuánta fuerza, cuánta virtud y cuánta prudencia doña Guiomar para encubrir sus amarguras. XVII. De como Miguel de Cervantes supo lo que le bastó para meterse en una aventura de más empeño que la más atrevida en que osó meterse cualquiera de los Doce Pares. XVIII. De como puede enamorarse una mujer hasta el punto de morir de amor. XIX. De como enloquecido Cervantes por el amor, creyó que la mano de Dios le apartaba de los efectos de su locura. XX. De la horrenda tragedia con que se encontró sorprendido y espantado Miguel de Cervantes. XXI. En que se ve que nada ve la justicia relativamente a Cervantes, y se sabe que Cervantes se había perdido. XXII. En que se sabe lo que fue de Cervantes. XXIII. En que se habla algo de la jornada de Lepanto, y de cómo fue la manquedad de Cervantes. POST SCRIPTUM. EL MANCO DE LEPANTO I En que se trata de un percance que le sobrevino a un barbero de Sevilla, por meterse a afeitar a oscuras. Había en la ilustrísima ciudad de Sevilla, allá por los tiempos en que llegaban a la Torre del Oro, que a la margen del claro y profundo Guadalquivir se levanta, los galeones cargados de oro que venían de las Indias, y cuando reinaba en España el señor rey don Felipe el Segundo, de clara y pavorosa memoria, en la calle de las Sierpes, y en una rinconada a la que jamás llegaba el sol, como no fuese en verano y al mediodía, un tinglado de madera, de dos altos, desvencijado y giboso, al que llamaban casa, y en el cual vivía una valiente persona, cuyo apellido y nombre de pila ignoraba él mismo, que si los tuvo olvidolos, y nadie le conocía ni él respondía más que por el sobrenombre de Viváis mil años , cortesanía que empleaba para saludar a todo el mundo. Era de mediana edad, entre los treinta y cinco y los cuarenta, de no mala apariencia, agradable y sonriente el rostro, morena la color, agudas las facciones, sutil la sonrisa, la mirada rebuscona, y no mezquino el cuerpo; vivía de rasurar y rapar, entreteniendo durante el día sus ocios con el puntear de una vihuela morisca que le dejó su padre, ya harto usada por sus abuelos, y cantando como un ruiseñor las alegres canciones de la tierra, y las que él mismo componía, para lo que se daba muy buena gracia; comadreaba a las comadres de la vecindad, y, fuera de esto, las vendía untos y bebedizos, y las leía el sino, y las traía a todas engañadas y pendientes de sus labios; y a tal llegaba la fama de brujo y de hechicero del señor Viváis mil años , que más de una vez la Inquisición se había metido en sus asuntos, y había quien se acordaba de haberle visto con coroza y sambenito, luciendo su persona en un auto de fe... Continue reading book >>
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